lunes, 26 de diciembre de 2011

La chica de la ventana

A ella la conozco como “la chica de la ventana”, ella me conoce como “el chico vestido de negro”. Siempre la veo desde esa ventana, y con mi monotonía hemos llegado a ser amigos de vista. Nunca la he visto salir, siempre está allí, mirando el paisaje con una mirada melancólica. Hoy no la he visto, en su lugar había un ramillete de flores y un cartel de “se alquila”.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Chimenea 25

Mi hija está ansiosa de ver a Papá Noel y contarle todas las cosas que quiere que le traiga. En la fila hay muchos niños igual de impacientes y padres, que como yo, se encuentran esperando en la fila para contentar a sus hijos. De pronto una gran explosión sucede en la entrada del centro comercial, y tras la humareda veo atónito cómo surgen dos figuras que no había visto en la vida, dos criaturas parecidas a calamares gigantes, con un solo ojo enorme, y varios tentáculos con la que se arrastraban. Mientras avanzaban iban gritando que querían ver a Papá Noel, la gente gritaba, corrian por todas partes, mi hija comenzó a llorar , la agarré y nos escondimos en la caseta de Papá Noel. Las criaturas encontraron lo que buscaban. El Papá Noel seguía sentado, viendo como se aproximaban estos "calamares". Entre los sollozos de la niña, pude oír lo que se decían. Uno de los "calamares" dijo que necesitaban regresar a su planeta y que su platillo volante se había estropeado y que sin materiales no podían volver, y que habían oído que existía una persona que si le pedías cosas éste te las daba. El Papá Noel, puso cara de pensar, y de la manga sacó una tarjeta de un taller mecánico, y que si iban allí, que se lo repararían, y que además  si decían que iban de parte de Papá Noel, que les harían descuento.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Orejas de conejo

Llego al "cementerio de chatarra" para buscar materiales que aún funcionen y poder venderlos. Me percato que no me encuentro solo al oir voces de unos niños que van vestidos de vaqueros y que juegan a dispararse con pistolas de fogueo, me pregunto qué hacen ahí jugando tan lejos de la ciudad, cuando alguien muy peculiar llama totalmente mi atención. Es otro niño que se acerca a los cowboys, pero va en pantalones cortos, descamisado y lleva unas orejas de conejo color rosa. Se planta delante de los pistoleros y éstos desenfundan y agotan sobre el "conejo" toda su artillería de fogueo. El niño de las orejas de conejo cae fulminado y los vaqueros se dan a la fuga. Me río de la situación y sigo con la búsqueda de chatarra. Después de dos horas y media, me asomo donde estaban los niños jugando y pasmado veo que el niño de las orejas de conejo sigue en el suelo, como si estuviera muerto. Llamo al veterinario y le digo que recoja a un conejo herido de bala en el "cementerio de chatarra".

viernes, 16 de diciembre de 2011

Dando un toque por teléfono

Voy acariciando su sedosa piel, paso por entre mis dedos su rojizo cabello, y su perfume es lo que me vuelve más loco. Voy a besarla en sus exitantes labios cuando de repente se oye un gran estruendo que me despierta del sueño. Me levanto de la cama con un gran vacío, y escucho desde la calle proferir un mar de insultos y gritos. Me asomo por la ventana y veo como un hombre agarra una roca enorme y lo tira hacia una cabina de teléfono. El hombre se percata de mi presencia y me suelta que le acababan de decir: "dame un toque por teléfono". Vuelvo a mi cama, al calor de las mantas, deseando retomar el sueño por donde lo dejé.