martes, 27 de agosto de 2013

Bohemias Historias: Fin del verano.

Volver a aquella rutina, volver y que cuesta. Mi cuerpo, sabio y consciente de que algo marcha mal, manda sobre mis decisiones y me dice que he de reposar. Disfrutar tan sólo de un día, de una noche que se torna diferente como las otras, donde comparto impresiones con el colega de aficiones, donde me descubre libros, películas, cómics que desconozco, donde nuestro pequeño proyecto, nuestra pequeña ilusión crece y se alimenta.
Risas y una cerveza, no más. Tras un pequeño paseo, al volver todos al bar de siempre, vemos como algo inusual pasa, un hombre delgado, mediana edad, colocado, borracho, vociferando estupideces, algunas entendibles, otras no. Un hombre en pleno ataque de histeria, donde la testosterona predominaba, donde no paraba de golpear paredes y puertas, donde el portero del bar no hizo otra cosa que esconderse y salir de repente otra persona, menuda y conocida y querida por mí. Le paró, como un héroe, le redujo al suelo, mientras aquel impresentable no paraba de llorar y gritar.
Tras ello charlas con aquel ser que presumía de que iba a hundirlos a todos, no sabía si sentirme aludida, me mantuve al margen. Y voló mobiliario urbano, casi hiriendo a niños y transeúntes que pasaban por allí. Protegí a mi mejor amiga y nos alejamos, viéndolo todo en la lejanía. La policía, como de costumbre, pasó cuando aquel ser ya se había ido, esfumándose entre los callejones, tambaleándose, acompañado por un ser civilizado.
Todo esto sucedió frente a mis narices, como en una película, como si de repente hubiera un villano y un superhéroe y su equipo. Y yo me sentí salvada y protegida. Para celebrarlo, un brindis con aquellos héroes nocturnos que no sólo están detrás de la barra, sino que nos defienden, lo dan todo por nuestra seguridad.
He disfrutado siendo yo en todo momento, en ver la cara de sorpresa de ella por un regalo que le hice y no se esperaba. Pero va siendo hora de retirarse, va siendo hora de descansar. Ayer, en los fuegos artificiales, esos que me gustan desde niña, he podido abrazar a mi gran amiga que se va dentro de poco, y me dio una punzada al corazón por irse, por no haber disfrutado de ella, por volver a no tener cerca a alguien con la que tantas afinidades tengo.
Y a cada explosión de color impresionante, mi amiga, fiel a nuestra amistad de antaño, me agarraba muy fuerte y me soltaba un te quiero. Un te quiero de hermanas, de habernos salvado el culo mutuamente, de comprendernos mutuamente. De decirme cosas que muchas veces no quiero oír. Y fue justamente ahí cuando decidí tomar otra decisión. Decisión que marcará mi existencia. Visitar Irlanda, verla en ese país nuevo al que va y yo nunca he visitado, entre pintas y en un rancho con caballos, con su estudio independiente y con miles de aventuras que recorrer. Rellenar otro punto más en el mapa como visitado. Irlanda nos espera amiga.
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Ya no escucho la voz que desde que yo era niño alimentaba mis fantasías e ilusión de ganar alguna muñeca chochona, o cualquier premio de la tómbola. Hoy ha permanecido en silencio la feria, la música, los gritos de los niños, el ruido de las máquinas de las atracciones, todo quedó ahogado sin la voz tan característica del señor de la tómbola.
Esta semana ha sido un sin parar de buena música, ambiente y rock and roll. Aparte de eso, un viejo amigo entra en escena llegado de lejanas tierras, y es como si nunca se hubiera marchado, sigue igual de siempre, lo que me hace preguntarme a mí mismo, si yo también sigo igual, o sin que me diera cuenta me he llegado a contaminar llegando a ser igual que el resto.
Nuestro proyecto en conjunto va creciendo día a día, relatos, historias, dibujos, fotografía…mi compañera no me cree cuando le relato cómo será dentro de un par de meses cuando nuestro proyecto se asiente. Cuando a ella le llamen de una editorial importante y por fin uno de sus sueños se vea cumplido y pueda ver en las librerías su novela ya publicada. Y con entusiasmo brindamos con nuestras botellas de agua.
Después de un rato de distorsión y de fotografiar a escondidas piernas de una pareja de modelos improvisada, llegamos a ese bar ubicado en el centro de la ciudad. De milagro esquivo un cubo de basura que me vino volando, y al ver lo que estaba pasando veo cómo uno de los que trabajan en el bar reduce a un tipo que empezó a armarla insultando a todos,  y queriendo buscar bronca. Después de ser reducido, empezó a dar vueltas como un buitre, gritando y sollozando, lamentablemente no le vi partir, pero luego sí llegó la “caballería”, uno de la policía local estuvo sacando pecho, y después de que terminara la tormenta preguntó qué había pasado.
El fin de verano llega cuando los fuegos artificiales iluminan la noche, miles de personas se agregan en torno a la feria y sus cercanías, y las parejas sienten que su amor también se esfuma como la luz que surca la oscuridad y se pierde en la nada. En ese momento me encuentro con mis amigos, viéndolo todo desde lejos, como si eso no fuera de nuestra incumbencia. Al terminar, se oyen aplausos y gritos de alegría. No podemos parar de reír porque es como si estuviéramos en un concierto. Llegó el fin del verano, las vacaciones…pero aún así el espectáculo a de continuar.

PARA MÁS HISTORIAS Y RELATOS VISITAR: http://www.bohemianfeelings.blogspot.com.es/

lunes, 19 de agosto de 2013

Hermanita

El calor está muy presente en este bar tan conocido ubicado en el centro de la ciudad. De manera progresiva se va llenando de gente que viene de la feria y de otros locales de ámbito nocturno. Sólo quedan unas pocas horas para disfrutar de la compañía de los que pronto se irán y no me encuentro con el ánimo suficiente para aprovechar esos momentos. Hace mucho calor, la chica con el pequeño Kruegger colgando ha tardado una semana entera para poder perdonarme, ahora cree que la ignoro pero solamente cuido lo que voy a decir, y aún no me atrevo a entregarle ese montón de cartas llenas de amor inconfesado. Su prima me hace un juramento de sangre en la que la próxima vez que nos veamos cumplirá con mi satisfacción zapatil. De pronto me piden que haga una foto de grupo, y es ésa la foto en la que dentro de unos treinta años alguien verá rota en el suelo mientras su imagen le devuelve unas sonrisas que representaban libertad y amistad.
Llega la hora de la despedida, los últimos abrazos y los mejores deseos. El resto nos quedamos hasta que alguien implanta una idea en nuestras cabezas, y es la de comer bocadillos de tortilla. Mientras esperamos a que llegue el resto de amigos, mi glamurosa amiga se dedica a coquetear con un grupo de chicos a las que se deja toquetear y que en cierta medida ellos disfrutan sobremanera haciéndolo. El novio de mi bohemia amiga no para de hacer eses y de rebotar en las paredes, lo que hace que dificulte la llegada al coche. Seis personas en un coche de cinco plazas, mientras uno de nosotros se siente como una maleta de viaje, somos escoltados por una fila de coches patrulla que paran y rodean una discoteca en la que se pueden ver dos grupos dándose de lo lindo.
Quince minutos nos lleva encontrar ese sitio donde se hacen excelentes bocadillos de tortilla. Y justo cuando nos sirven, la “señora” del grupo recibe un mensaje en su móvil, entonces su cara se ilumina y nos anuncia que acaba de nacer su hermanita, todos gritamos de alegría en ese bar cuyos únicos testigos son el barman y dos viejitos con su café mañanero. Levantamos nuestros bocadillos y alzamos nuestros vasos de agua, nuestra “señora” amiga grita que nos invita la ronda para celebrar la llegada a este mundo de su pequeña hermanita.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Gracias a todos


Ese perro aún sigue esperando en la estación a que llegue su dueño. Termino de leer el relato de la semana de Bohemian Feelings, hoy el café de acuarela me sabe muy bien, y tengo que dejar los cascos cuando suena el mejor tema de Xafon XIII. Hoy hace calor, y me pongo la gorra de Long Lance. En el periódico pone que una chica con un ukelele tocará en la plaza por motivo de las fiestas, eso es algo que no me puedo perder, tendré que aplazar la orgía que organizó una amiga para mi cumpleaños para otro día.
De camino a casa de mi novia, paso por la playa, contemplo el mar azul como si fuera la última vez que lo mirase, en ese momento de distracción, veo una sirena. Atónito, presencio que trata de comunicarse conmigo, hace gestos que me son familiares, gestos que utilizo yo para hacer fotos. Le hago una foto de cuerpo entero, al enseñarle la foto, se enfada conmigo y me dice mediante gestos que la fotografíe de cintura para arriba, le hago caso, cuando termino se siente complacida y se marcha de nuevo al mar azul, dejando tras de sí una estela de botellas de cerveza.
Al llegar a casa de mi novia la veo con el delantal puesto y por lo menos con cuatro tartas hechas. Este año ha sido una pasada, y es que todo el mundo ha ignorado el mensaje de advertencia que dejé en el Facebook de no felicitarme. Ahora tendré que ir a casa de todos y de cada uno de los que me han felicitado, como los que han respetado mis deseos, a entregarle en mano una carta con un trozo de tarta dentro y darle las gracias por esos minutos que me dedicaron…y de paso borrar algunos con tipp-ex. Gracias a todos.

lunes, 12 de agosto de 2013

BOHEMIAS HISTORIAS: Oasis Perdido

Todos los días siempre decía el último. El último lunes, el último martes… hasta llegar al domingo donde definitivamente me apagué. Me apagué por el simple hecho de que hacía tanto tiempo que no pasaba un verano disfrutando en Lanzarote, que no quería dejar ese oasis. Y digo quizás, porque el verano que viene no sé si tendré vacaciones y quizás sea el último que pueda disfrutar plenamente y sin las prospecciones de por medio.

Dedicar tiempo a no tener horarios, a disfrutar del sol, de nuevas caras, de meditaciones en plena soledad, de sentir que me rodeo de gente que se alegra de que sea feliz. Disfrutar de esas nuevas caras, de conversaciones sorprendentes, de frikadas a las que me estoy volviendo fan.

Volver a sentir ese pequeño malestar, con ese sonido característico que hacía tres años no escuchaba, ese sonido eléctrico, mientras la tinta se introduce bajo las capas de mi piel, para formar parte de mí, hasta que deje de existir; donde alguien nuevo lo hace de forma desinteresada y con mucho gusto. Sentirme una obra de arte andante, sentir que soy una delincuente o que estoy loca por hacer lo que más me gusta.

Rodearme de artistas, algunos quizás no se den cuenta de que lo son, otros se le creen demasiado. Hacer de un martes normal en los nuevos “marnes” y caer extenuada en el sofá de una conocida que ya pasa a ser amiga. Tener meriendas improvisadas, enganchados a la consola, donde descubro que soy buena jugando a los bolos y al béisbol, mala al Mario kart y regular en las carreras de vacas…

Reencuentros emocionantes, pasar del metal que tanto me gusta, a charlas y confesiones pendientes por una amiga de la que he sido capaz hasta de tatuarme lo mismo que ella. Conocer aún más a mi compañero de aventuras, todo un lujo poder verle al despertar y antes de dormir a deshora, con susurros que queda entre los dos y que me hacen sentir protegida, con miradas silenciosas que parecen que ven tu alma y que por timidez, evito.

Estallar de risa, sorprenderme ante la elocuencia etílica de mi colega de relatos, que siente unas ganas tremendas de pedir siempre perdón en ese estado, cuando en realidad está brillando con luz propia ante sus conversaciones interesantes sobre frikadas y cine, ante sus colegas con los que pude disfrutar de unas horas maravillada ante el enriquecimiento cinéfilo y los diferentes puntos de vista, las cosas en común y sorpresas. Sentirme halagada al final de la velada, de otra noche de bares, de mi última noche de bares en vacaciones, donde sentados en la acera a altas horas de la madrugada, le enseño fotos y se queda maravillado ante fotos que hago a mis adorados gatos, donde creo que trata de subirme la autoestima y motivarme para que aprenda y salga un poco de esta rutina que me cansa.

Llego a casa, acostumbrándome a esa rutina, que me gusta, pero a la vez quiero huir de ella y probar cosas que realmente me gusten. Me queda la imaginación y el buen sabor de boca que me han dejado seres conocidos y otros nuevos. Y en realidad, sólo espero que al igual que disfruté tanto de mis amigos como de los nuevos, ellos hayan disfrutado de mi parcela de mundo que me gusta compartir. Trato de no pensar que es el fin, trato de que esos momentos me ayuden a afrontar lo venidero. Trato de no tener otro día catastrófico y sin luz. Y entonces es cuando hago memoria y me enorgullezco de lo que soy, de mi familia, de lo que he conseguido, por lo que lucho, las risas que me quedan y cómo no… perderme entre su pelo alborotado y sus ojos llenos de amor infinito y pensar que seguirá a mi lado generando luz cuando lo necesite, al igual que yo haría por él.


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Último lunes: Llego a casa de mis colegas, una de ellas está muy hecha polvo y de muy mal humor, sí, tiene la regla. Acostada en el sofá, mientras le hablo veo cómo se agarra el estómago y le pregunto si el niño de su interior le está comiendo las entrañas. Al rato llega mi amigo fotógrafo y su novia, de la cual también tiene un niño en su interior desgarrándola por entera. Por lo que su novio se dedica a hacer la cena.

Último martes: Después de dar un paseo caluroso por el litoral y de dibujar al aire libre, cosa que no hacía desde el instituto, me reuno por la tarde con mis colegas, de las cuales dos de ellas llevan bebiendo desde las once de la mañana mientras iban de compras. La tarde iba genial hasta que una de ellas le da una bajona porque su mejor amiga se iba a la península a finales de verano. Luego todo fue confuso y mezclado, recuerdo footing, galletas con caramelo líquido y humo que daba mucha risa.

Último miércoles: Llegamos tarde a la exposición de fotografías, y con mucha hambre atacamos los sándwiches mientras mi amiga cataba el vino en vasos de plástico de las que ella odiaba. Hacía mucho calor ahí dentro, por lo que decidimos terminar pronto la noche porque el “Juernes” estaba a la vuelta de la esquina.

Último “Juernes”: La contraseña de hoy es: “¿aquí se hacen tatuajes gratis?”. Al llegar a casa de mis colegas veo a la tatuadora haciendo su trabajo sobre la piel de mi amiga, su novio también lleva esperando a hacerse el suyo. Ella lleva dos tatuajes con referencias egipcias y un símbolo del infinito, del que yo pensaba que le iba a salir con forma de siete. Mi amigo fotógrafo se hace un tatuaje de esa travesti tan famosa que anda por los bares poniendo música y haciendo performance. Es la primera vez que tatúan a mi amigo de manera que sienta dolor, pero lo aguanta sin ningún grito ni lágrimas en los ojos.

Último viernes: Ya todos estamos listos para los conciertos de música peluda, mi amiga se hizo un peinado rizo a lo afro, yo me puse mi gorro y gafas de piloto, y la hermana de mi amigo ya venía masticada de dos cubatas que se pegó en su casa antes de venir.
La novia de mi amigo fotógrafo nos presenta a su amiga. Yo hago fotos sin parar a los grupos, mientras mi amiga de los rizos me busca para pillarle birras. La novia de mi amigo se queda con su amiga hablando toda la noche de cosas que la hacen reír y emocionarse, entonces aprovecho ese momento de silencio entre ellas para hacerles una foto que inmortalice ese instante.

Último sábado: En la casa de la novia de mi amigo fotógrafo, me hincho a bocaditos y demás entremeses que ella prepara, y es que con ella no hay manera de morirse de hambre. Pasamos la tarde jugando a videojuegos, donde descubrimos que nuestra anfitriona es malísima en los juegos de conducción, pero menuda paliza nos dio en los juegos de bolos y de béisbol. Ya en la noche profunda nos vamos de bares, donde me quedo dormido en el coche de mi amiga, su novio está de subidón y mi otra amiga hace alarde de sus zapatos nuevos que la hacen más altas que yo. Hablamos de cine, mientras mi amiga me enseña fotos de sus gatos. Y el resto hablan cosas típicas de borrachos.

Último domingo: Me despierto muy tarde. No hay señal del resto de mis amigos, y creo que es mejor así. Que en este último día de las vacaciones de mi amiga, las pase relajada,ensimismada en sus pensamientos, que mucho nos ha soportado ya. Para mí ha sido un placer compartir esta última semana de vacaciones con ella, compartir relatos, risas, y buenos momentos. No sé si alguna vez volveremos a compartir una semana todos juntos. Pero mientras tanto nos queda el recuerdo, y esa sonrisa congelada en el tiempo impresa en esa foto hecha en un oasis perdido.



RELATO COMPARTIDO CON BOHEMIAN FEELINGS. PARA MÁS RELATOS VISITAR.

lunes, 5 de agosto de 2013

Noche Rock Star


Segunda noche de sábado improvisado, primero asisto a una fiesta que organiza una antigua compañera del instituto, era una reunión algo particular ya que las personas que ella agrupó las conocía ella por separado y no entre ellos. Yo llevo a dos colegas más para no sentirme incómodo y estar en piloto automático mientras ellos van haciendo nuevas amistades. Me tomo un par de bebidas que me saben a parra, y me hincho de bocaditos cortesía de la anfitriona.
  Una vez terminada la prefiesta, nos dirigimos a la verdadera marcha nocturna, una sesión de DJ´s en un hotel durante siete horas. A pesar de ser una megafiesta y estar pasándomelo bien con mis amigos y con los recién conocidos, no puedo evitar pensar que probablemente me sentiría mejor con los colegas habituales de las juergas nocturnas. Sin que se lo diga al resto, hago que voy al baño, me escabullo y me dirijo a ese bar tan conocido del centro de la ciudad.
  Entro por la puerta grande, al llegar ponen un temazo y un par de chicas fans de mis fotografías me reciben con abrazos y besos, saludo al resto de colegas con reverencias, estrechada de manos y besos lanzados. Todo se convierte en una distorsión de la cual soy consciente de que al día siguiente tendré que pedir disculpas a todos y a cada uno de los que me vieron borracho. Recuerdo un tipo sacarme fotos con mi propia cámara, medusear junto a una “Medusa”, sobrepasarme con la hermana de un amigo y otras cosas que seguramente habré hecho y que ahora no recuerdo. Decido pedir mi cuarto cubata. Es en ese momento cuando la veo, el motivo de mi escapada, esa chica de la que hacía meses que no veía por aquí. Cabellos largos de ébano, gafas grandes redondeadas, y de sonrisa alegre. Aún no me ha visto, decido saludarla como siempre la hacía, acercarme por detrás y ponerle sobre la mejilla mi vaso aún frío por el hielo. Justo cuando me disponía a moverme, una mano ajena con un vaso frío, se posa sobre su mejilla. Al principio se sorprende, se da la vuelta y besa en los labios a un tipo que yo no había visto nunca.
  El subidón, las ganas de fiesta se terminan, pienso que ya no tengo nada que hacer aquí pese a que todos mis colegas siguen aún de “distorsión”. Decido marcharme sin decir nada y regresar con los amigos de antes. Antes paro en una esquina, vomito durante un buen rato, me miro sino me he manchado, y entonces como si estuviera como nuevo termino con lo empezado, dejando en esa esquina no sólo mis vómitos sino también mi corazón entre los restos.