lunes, 30 de septiembre de 2013

Presentaciones

La ciudad se llena de música y vida. Los bares están a rebosar, el ambiente es estupendo, la noche es fresca y uno va encontrando viejas amistades que no veía en décadas.
La gente se mueve al son de la música y yo me dedico a fotografiar a las bandas que van tocando a lo largo de la tarde. Desde cadáveres musicales con chicas guapas, pasando por el reggae y finalizando por el rap.

Durante uno de los descansos, me siento en un lugar apartado donde estar tranquilo y mirar las fotos que he sacado para ver si necesito descartar alguna. Me encuentro con dos chicas que conozco, amigas de una amiga. Nos saludamos y hablamos sobre “Móviles Zombies” y de películas de finales de los 90. Al cabo de un rato llegan dos personas más, amigos de la chica rubia, de forma espontánea me los presenta, ambos hablan en inglés y yo que prácticamente apenas logro dar palo al agua con mi propio idioma me quedo callado exhibiendo mi mejor sonrisa. Mientras la chica rubia habla de mí a los recién llegados, le comento a la otra chica que seguramente les pareceré a los otros dos un retrasado por no hablarles. Entonces, ella en broma, me dice que tampoco dirá nada para que ambos lo parezcamos. De forma súbita ésta chica les empieza a hablar y decir cosas de manera que me deja solo. Pongo cara de tonto y me voy dando yo mismo golpecitos en la cabeza como el tipo de aquella película del 88.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Oídos sordos

Estábamos mis amigos y yo sentados en la terraza de una pizzería, esperando a que nos trajeran nuestras respectivas pizzas. Antes de que viniera el camarero con nuestra comida, justo en la mesa de al lado se sentó un grupo de jóvenes con música reguetón a tope. Nosotros hacíamos comentarios indirectos como: “¿por qué no se ponían los cascos?, o que música más ruidosa”…los chavales haciendo oídos sordos subieron más su música. De pronto uno de mis amigos, el que estaba más cerca de los chicos, empezó a tener convulsiones, se agitaba de forma frenética y le salía sangre por las orejas. Rápidamente me levanté, cogí el MP3 donde salía esa música diabólica y lo estampé contra el suelo. Mi amigo dejó de convulsionarse, pero tuvimos que llevar a mi amigo al hospital, justo en ese momento salía el camarero gritando que ya tenían nuestras pizzas y que si no los comíamos ahora que se nos iban a enfriar. 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Mecheros y rubias

Aquella tarde me dirigía a una casa situada en el campo, tenía un trabajo fotográfico que hacer allí. De alguna manera mientras fotografiaba aquel lugar, perdí mi mechero al que tanto cariño le tenía por todas las aventuras que habíamos pasado juntos, encendiendo cigarros a pelirrojas. No me había dado cuenta hasta la noche, cuando precisamente una pelirroja me estaba pidiendo fuego, entonces caí en desgracia, no solamente por haberme perdido un ligue, sino también por la depresión de haber perdido algo tan valioso, un regalo de un amigo y que había pasado una historia con un mago.

 Al día siguiente decido llamar al tipo que me contrató para que me abriera la casa que fotografié. Aceptó de buen grado, después de contarle lo valioso que era aquel mechero para mí.

 Empiezo a buscar, voy por todos los lados en los que he caminado el día anterior, no lo encuentro. Me empiezo a desesperar, pero la búsqueda es en vano, no doy con ella. El tipo que me dejó entrar en la casa me espera afuera. Al ver que no he conseguido encontrar mi mechero, me invita a unas birras en un bar conocido por sus tapas y su música.

Llegamos al bar, nos tomamos una birras, y hablamos sobre las fotos que saqué a la casa el día anterior. Al rato la camarera, una chica rubia con el pelo recogido, me llama por mi nombre con total confianza, me giro sorprendido por la forma y me dice que ella ya me conoce, que estudiábamos en el mismo instituto. Le pido perdón por no recordarla, entonces me pregunta por qué estoy de bajona. Le cuento toda la historia, entonces ella se empieza a reír, y con dos movimientos rápidos de mano, aparece mi mechero en su mano derecha. Mi compañero y yo nos quedamos atónitos, cojo el mechero, lo inspecciono, tiene las marcas que le había dejado y veo que es el mismo que perdí. Le pregunto a la camarera por su nombre, quería escribir un relato sobre lo sucedido, ella me lo da, pero al salir del bar con dirección a mí casa, una pelirroja me pide fuego, ello provoca que ya no me acuerde del nombre de la camarera.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Relato inacabado…


Me despierto en mitad de la noche, no es por el calor, ni por las ganas de ir al baño. Tampoco lo es por el griterío de los borrachos que justamente se colocan bajo mi ventana. Más bien es por una extraña sensación, una inquietud que me invade y eso a hecho que me despertase. Me incorporo un poco, me froto los ojos y enciendo la luz, miro a mí alrededor y no veo nada extraño por el cual me hiciera despertar. No oigo ruidos dentro de casa, únicamente se escucha el tic-tac del reloj de la cocina; me levanto y al salir de mi habitación, descubro en el pasillo una luz proveniente de alguna de las habitaciones. Al aproximarme a la esquina deduzco que la luz proviene del estudio, entonces trato de hacer memoria si antes de acostarme apagué el ordenador. Juraría que lo apagué, entonces me aproximo a mi estudio con cautela, paso a paso, miro alrededor, por si alguien se encuentra en mi casa y me pilla por sorpresa. No encuentro a nadie, pero lo que sí veo es que mi ordenador está encendido. Veo que el programa que utilizo para escribir mis novelas está puesto, y que además hay algo escrito. Pone de alguien que no puede dormir, de una inquietud, de pasillos oscuros y de un ordenador encendido, y que cuando el personaje descubre qué es lo que pone en el ordenador, lee que oye pasos atrás, se da la vuelta…

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sara, cadáveres y otros fiambres


Noche calurosa de verano, me encuentro en mi casa viendo películas de terror antiguas. Son un pelín cutres, pero obras maestras si las comparo con las películas actuales. De un sobresalto en la que casi se me salen los pechos del escote, oigo cómo mi móvil empieza a sonar con los gritos de Jaime Lee Curtis, me encantan sus gritos en “Halloween”sonando en mi móvil. Mi amiga me dice que hay un concierto muy guapo de un grupo llamado Cadáver Depot y que cuentan con la colaboración de la diva de la noche: Eustakya Lepop. Le digo a mi amiga que no los conozco, y que me da pereza ir. Ella empieza a suplicarme y cuando no puede más, le digo que acepto ir. Me encanta oír a mi amiga suplicar.
En cuanto llegamos vemos cómo se empieza la gente a aglomerar en torno al escenario, y cómo el grupo se va preparando. Bajo el escenario, se encuentra un tipo vestido de negro con una cámara de fotos que no para de mirarnos de forma muy rara, es como si quisiera fotografiarnos, pero lo que no logro entender en ese momento es cómo este tipo no tiene calor vestido así.
Se apagan las luces, los focos  parpadean, suena la música, de fondo tienen una pantalla en la que se emiten fragmentos de películas de terror antiguas, y la chica que se encuentra al micrófono empieza a cantar. La chica lleva tatuajes en todo su cuerpo, pero apenas los puedo ver bien debido a la escasa luz, su voz suena como los ángeles, es muy sexy y lleva un estilo muy pin-up. Juro que si yo no fuera hetero, me la intentaría tirar en los baños después del concierto.
En escena de repente aparece Eustakya Lepop, que comienza a cantar con voz de camionera, a tirarse por el suelo y a pasarse el micrófono por sus bajos. Entonces me llevo otro susto que hace que mis pechos salten, un flashazo del fotógrafo de negro, nos enseña la foto y veo que mi amiga y yo salimos estupendas de la muerte.
Termina el concierto, me encuentro empapada de sudor, pero aún así me dirijo a la chica de los tatuajes, le abrazo y le digo que ha sido un concierto estupendo, que su voz me ha enamorado y le pregunto su nombre, se llama como yo; Sara.


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