lunes, 31 de marzo de 2014

La chica

Hoy era uno de esos días en las que me apetecía salir. Normalmente me encuentro en mi oficina dibujando páginas de cómics, siempre estoy encerrado para poder entregar mi trabajo a tiempo. Pero hoy, algo me dijo que tenía que salir.
 El día parecía perfecto, el cielo estaba azul, las nubes pasaban raudos, la gente era más amable. Todo brillaba alrededor.
 Entonces la vi cayendo. Todo sucedía a cámara lenta, y podía verlo todo. No presencié el momento en el que saltó al vacío, sino cuando descendía. Era una niña de aproximadamente diez años, rubia de pelo largo que no dejaba ver por completo su rostro y llevaba puesto un vestido de rosas estampadas. Caía de espaldas, mi cabeza apuntaba al cielo, y mis ojos seguían la trayectoria arqueada que producía la niña.
 No sé si era el único que veía todo eso, pero no quería perderme ningún detalle, quería ver cómo acabaría todo esto. Se oiría un estampido contra el suelo, la gente cercana gritaría de miedo, de asco, o gritaría por gritar; todos se acercarían al cadáver y verían el cráneo de una niña abierto como un melón y su postura en el suelo sería cómica para algunos.
 Por un instante toda esta situación me pareció surrealista, por un instante vi algo que no me parecía posible. La niña descendía despacio a tierra firme, hasta quedarse acostada en el mismo asfalto que en una situación normal, varias personas estarían quitando una mancha humana con unas palas.

 La niña se acercó corriendo a donde me encontraba. Yo estaba con la boca abierta y pensando si todo esto era real. La niña se paró a centímetros de mí, y se arrancó un trozo del vestido, ofreciéndome una de las rosas estampadas. 

lunes, 24 de marzo de 2014

Party


Fotografía: Tami Sánchez.

Llegamos todos, poco a poco, pero en el salón ya estábamos todos. Nos disponíamos a jugar al Party and Co. El equipo al que pertenecía iba perdiendo porque no sabía dibujar una pérgola ni hacer bien una mímica de servir una caña.
 A mitad del juego, tocan a la puerta, la anfitriona nos dice que iba a venir el fontanero para revisarle las cañerías de la cocina, que podíamos seguir con el juego, pero decidimos parar y esperarla. Nos quedamos mirando las caras al tiempo que el fontanero explicaba filtros, agua contaminada, cañerías sucias, demostraciones con vasos haciendo que el agua se vuelva negra…
 Yo intento cortejar a una de las chicas, pero en un plis plas me manda a la mierda. El chico que tiene a su lado se aburre, y a cada rato suelta: “Tenemos hambre”.
 Pasa una hora desde que llegó el fontanero, la partida sigue a medias y aún no se decide el ganador. La chica a la que traté de cortejar, se pone de los nervios, se levanta y corriendo se dirige al baño. Todos creímos que iría a vomitar o que tendría el estómago flojo. Pero estábamos equivocados. Salió del baño blandiendo un desatascador y hecha una furia, y con un grito de guerra se dirigió al fontanero, le empezó a hostiar con el desatascador  hasta que tuvo que salir por patas de la casa.
 Vimos cómo le perseguía calle abajo, al volver, reanudamos la partida al Party, cuando ella se sentó a mi lado, me sonrió mientras agitaba el desatascador en el aire.

lunes, 17 de marzo de 2014

Retazos de un sueño que parecen recuerdos lejanos

De repente te veo, frente a mí, gritándome, llorando, tirando cosas al suelo, histérica, vesánica e iracunda. Yo permanezco frente a ti, cabizbajo, avergonzado, no entiendo cómo hemos podido llegar a esto. Mi corazón late acelerado, mis manos tiemblan y tú no dejas de gritarme.
 Te veo a cámara lenta, tu voz ya no me llega. Mis sensaciones en ese momento son un cúmulo de nervios, ira y vergüenza. Quiero cogerte de la mano, pedirte perdón, pero siento mi cuerpo muy pesado, y cuanto más me esfuerzo por intentar moverme, menos quiero hacerlo.
 Quiero creer que esto no está sucediendo de verdad, hasta hace un momento estábamos bien, y de sopetón, una vorágine de gritos y enfados chocaban en las paredes de nuestra casa.
 Sigues arrojando cosas, es entonces cuando coge la cámara de fotos que le regalé hace años. Me lo arrojas con furia, el objeto viene hacia mí, también lo hace a cámara lenta, y mientras observo la trayectoria de la cámara hacia mi cabeza, voy recordando la noche en que se la di.
 Ella se marchaba a vivir lejos de todo, y de todos. Aún quedaba dos semanas antes de que se fuera, y me dijo en un tono bromista: “Quiero que me regales una cámara de fotos”. Yo le dije en un tono similar al suyo: “Vale, eso será mi regalo de despedida”.
 En la última noche con ella, esperé el momento adecuado, y cuando ella abrió la caja y vio que efectivamente le había regalado lo que ella me había dicho en broma, unas lágrimas se asomaron por sus ojos. Fue entonces cuando me abrazó por primera vez, sentí la calidez de sus brazos y su aliento en mi oído al decirme “gracias”.
 No hice nada para evitar el impacto, caí de espaldas, noté la sangre correr por mi frente...Al despertar, miré al techo, extendí mi brazo en busca de su calidez al otro lado de la cama. Pero ella no estaba allí, nunca había estado allí. Siempre he estado solo. Ella se marchó hace tiempo. Le había entregado mi corazón, pero ella nunca lo supo.

lunes, 10 de marzo de 2014

Sueños de futuro



Ella se encontraba ahí, acabada de la vida, aprovechó el último día de los carnavales  para poder desahogarse con sus amigos que no veía en tiempo. Éstos se fueron marchando progresivamente, ella se quedó con sus otros amigos, pero ya estaba más que perjudicada, y aún así siguió ingiriendo más alcohol porque sentía una pena profunda que sus amigos la dejasen sola, incluso después de venir a buscarla.

 Sentada en la barra, hablando con un amigo, se sentía frustrada porque nadie aceptaba beber de la copa que ella ofrecía, incluso su amigo fingió beber para no decepcionar la pobre borracha que introducía su lengua hasta en las cavidades más profundas de bocas de amigos no heterosexuales.

 Después de pasarse horas bailando, bebiendo y de darlo todo, la joven se siente cansada y se va adormeciendo. No se puede levantar, se encuentra pesada y con ganas de vomitar. Un amigo se le acerca por si necesita apoyo.

  La chica comienza a hablar entre sueños, sobre su pasado, de las cosas que quería hacer cuando fuera mayor y de las decisiones que le hubiera gustado escoger. Pero la realidad le hace tomar un camino totalmente diferente, habla de su madre, ésta le dice que estudie algo que le pueda dar independencia y economía, que más tarde podrá vivir todo lo bohemia que ella quiera.
 Odia su trabajo, la gente a la que atiende. Odia que todo el mundo se dedique a lamer culos y que para escalar puestos en el trabajo no sea por la capacidad, inteligencia o las ganas de trabajar, sino mediante favores sexuales.

 Algo la hace despertar, mira a su compañero y se viene abajo, comienza a llorar como una plañidera. Se seca las lágrimas con los pelambres de su peluca, parte del disfraz que ella venía encarnando a su cantante de La Movida favorita.

 Su amigo trata de disculparse, le ofrece un pañuelo y se suena los mocos con gran estruendo. Llora durante un buen rato, mientras la luz del sol se cuela por la claraboya del local, la chica sabe, desde su interior, que algún día alcanzará esos sueños de futuro, dejando atrás un pasado marcado por la realidad.

lunes, 3 de marzo de 2014

La novia

Mi disfraz de Hombre Topo se me va cayendo a pedazos. Llevo una tranca que no me mantengo en pie y voy rebotando por todas partes. Llevo un buen rato caminando intentando buscar a mis colegas de fiesta, hace rato que no escucho la música de las verbenas, o estoy demasiado lejos, o la fiesta ya ha terminado.
 Entre buche y buche, llego a la carretera. Allí diviso a lo lejos una figura blanca, mi mente borracha no puede computar qué puede hacer una persona por ahí, cuando yo mismo he llegado a semejante lugar. Mis ojos nublados por el alcohol ven que esa persona también viene tambaleándose como un servidor, y que supongo que habrá cogido el mayor "pedo" de su vida.
 La figura se va aporximando cada vez más y veo que se trata de una mujer con un vestido de novia manchada de sangre. Al principio me resulta gracioso, hasta un buen disfraz. Pero viéndola en ese sitio y caminando de esa manera, junto con la sangre que le va saliendo de su cabeza, dejo de reír.
 Me acerco para ver si se encuentra bien. La pobre es como si hubiera sufrido un accidente de coche, está cubierta de sangre y parece desorientada. Entonces me mira con unos ojos muertos, se abalanza sobre mí, y noto cómo sus dientes se clavan en mi cuello, lo último que siento es el desgarre de la carne, junto al brote de mi sangre caliente llena de alcohol.