lunes, 20 de octubre de 2014

Amores y Venganzas

Me hiciste mucho daño. Yo te quería, y lo que me ocasionaste fue dolor. Cuando te vi por primera vez, sentí mi corazón hincharse. Éramos dos extraños compartiendo nuestros pasos. Y con el tiempo llegamos a conocernos el uno al otro.
 Caminamos juntos y te abrí los ojos a las maravillas de este mundo. Compartimos nuestras vidas y llegamos a sentir la felicidad. Tus éxitos y alegrías también fueron míos. Cuanto más me dedicaba a ti, más era mi amargura. Echaba de menos lo que perdí, mientras tú te alejabas de mí.


 Tanta soledad, tanto vacío. Cada vez que intentaba hablarte me gritabas, me hacías daño. Mi propia existencia carecía de significado. Tenía que poner fin a este dolor, tenía que marcharme.
 El dolor, la pena, la soledad y la culpa son intensos aquí. Ni te imaginas cuántos somos, cuanto odio han ido acumulando por los años. Ven, únete a nosotros, deja que la culpa te invada y te consuma. Ven.


¡Oh Dios mío!, ¿qué es lo que hemos hecho? ¿Cómo hemos llegado a este punto? No sabía de todo el amor que profesabas hacia mí hasta que fue tarde. No sabía todo el dolor que te estaba causando. Es imposible que te pida perdón ahora, ¿verdad?
 Todo lo que yo quería era hacerte feliz, pero no sé qué es lo que pasó para que llegáramos a esta situación. La presión, el agobio; te gritaba, me gritabas. El alcohol y salir con otra gente fue mi vía de escape, pero yo te quería.


-¡¡¡NOOOO!!! No me abandones por favor.
-Ya hemos hablado de esto muchas veces, no puedo soportar esto mucho más.
-No te vayas, haré lo que quieras, puedo cambiar…sé que puedo cambiar…
-Déjalo ya por favor, sabes que nos hemos ido dando segundas oportunidades y seguimos igual de infelices, esto tiene que acabar.
-Te quiero…no puedes irte, si te vas yo…
-Se acabó, ¿es que no puedes entenderlo? Deja ya de montar el espectáculo.
-NO PUEDES HACERME ESTO, NO TE DEJARÉ, yo…no me abandones…


 En las profundidades del bosque es donde encuentro tu cadáver colgando de un árbol. La belleza que una vez vi en ti, ahora había desaparecido, no quedaba más que carne muerta y gusanos comiéndote desde dentro. Recuerdo el día que te conocí, recuerdo la noche en el que te abandoné, y ahora, volvemos a estar juntos.

 Tú eras la que me llamaba, me incitabas a venir aquí. La culpa de haberte dejado, junto con tu sed de venganza, provocó que yo apareciera en este preciso lugar. Tú ya lo sabías, y por eso dejaste una soga de más a tu vera. Haré lo que he venido a hacer. Solo quiero que sepas, que siempre te había amado.

lunes, 6 de octubre de 2014

Entre sábanas

Los cuatro estábamos ya en las últimas, pero aún así nos dirigimos hacia ese bar tan conocido situado en el centro de la ciudad. Entre la multitud de la gente perdí a dos de ellos; mi restante amigo y yo fuimos a pedir unas copas en la barra, en la que nos atendió un tipo con gafas sin cristal que contaba chistes buenísimos.

 Antes de que mi amigo se diera cuenta, una joven nos estaba mirando con intensidad, mas concretamente, miraba con lujuria a mi amigo. La chica tenía un cuerpo de infarto, unos ojos grandes y el pelo corto; vestía como si acabara de salir de un taller pero aún así, tenía su morbo.
 Le doy un codazo a mi amigo y le digo que ahí hay una chica que parece interesada en él. Me suelta un bufido diciéndome: “¿Otra más que necesita mi “rabo”? ¿Cuándo me van las tías a dejar en paz una noche con los colegas?” Se encontraba tan indignado que se pidió otra copa aún más cargada que la anterior.

  Yo me alejé de la barra para que la chica tuviera campo libre, y como si adivinase mis intenciones se acercó a él, nada más marcharme yo. Desde una distancia prudencial, ya que no quería perder de vista a otro colega más y quedarme solo, presencié con todo lujo de detalles cómo la chica iba a saco con él. La joven le susurraba en el oído cosas guarras mientras le agarraba el “paquete”, le daba besos y caricias detrás de las orejas. Y él, se quedaba quieto como un imbécil que no se daba cuenta que había una chica que quería que le comiera el postre.

  Al final la chica se marchó decepcionada, me acerqué a mi amigo y le dije que cómo podía haber desaprovechado una oportunidad así, que en lugar de levantarse con él, lo hará sola entre sábanas vacías mientras el sol de la mañana toca su rostro recién bañado en lágrimas. Él me contestó: “No tío, no.”