Me levanto muy cansada, no he podido dormir muy bien anoche, y hoy me espera un día estresante en el trabajo. Me preparo el desayuno, y meto mi tazón de leche en el microondas, de repente, el interior del microondas estalla, y al comprobarlo veo que se ha roto. Me quedo paralizada y sin que yo quiera, unas lágrimas asoman por mis ojos. Ahora soy yo quien estalla, pero de ira, agarro el microondas y lo estampo contra el suelo, cojo mi móvil y empiezo a grabar mis gritos de rabia y las patadas a ese condenado cacharro. Mientras maltrato a este ser inerte, pienso que a partir de ahora tendré que estar a base de hamburguesas, y otras comidas que estropeen mi preciosa figura. Finalmente arrojo el microondas desde mi quinto piso y grabo su estrepitoso final. Entonces me fijo que hay un chico con su perro mirándome, estoy tan furiosa que le hago un corte de mangas y le enseño la lengua. Me meto dentro para colgar en Youtube el vídeo de “Cómo hacer volar a tu microondas”.