Llego al "cementerio de chatarra" para buscar materiales que aún funcionen y poder venderlos. Me percato que no me encuentro solo al oir voces de unos niños que van vestidos de vaqueros y que juegan a dispararse con pistolas de fogueo, me pregunto qué hacen ahí jugando tan lejos de la ciudad, cuando alguien muy peculiar llama totalmente mi atención. Es otro niño que se acerca a los cowboys, pero va en pantalones cortos, descamisado y lleva unas orejas de conejo color rosa. Se planta delante de los pistoleros y éstos desenfundan y agotan sobre el "conejo" toda su artillería de fogueo. El niño de las orejas de conejo cae fulminado y los vaqueros se dan a la fuga. Me río de la situación y sigo con la búsqueda de chatarra. Después de dos horas y media, me asomo donde estaban los niños jugando y pasmado veo que el niño de las orejas de conejo sigue en el suelo, como si estuviera muerto. Llamo al veterinario y le digo que recoja a un conejo herido de bala en el "cementerio de chatarra".
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