jueves, 31 de mayo de 2012

Breakfast at Ferreiro

Hoy es un nuevo día, y la saludo desperezándome en el balcón, en ese momento sale el sol y recibo los primeros rayos de luz. Alzo la mirada a la calle y veo un ciclista bastante rechoncho que se para delante de la joyería. Aparca cuidadosamente su vehículo, y de su mochila saca una bolsa, se sienta y mientras mira al escaparate lleno de joyas, pedrerías y demás cosas brillantes, veo como se zampa unos croissanes al más puro estilo Hepburn.

lunes, 21 de mayo de 2012

Nada en su interior


Llego muy cansado a la habitación del hotel. Miro por la ventana y soy testigo de un paisaje nocturno de lo más increíble. Me dispongo a fotografiar ese paisaje cuando veo a una mujer sentada en el banco del parque, a su lado tiene el carrito de su bebé. En sus brazos mece a su pequeño cantándole una nana. Yo la observo y pese a su condición de indigente, viste muy bien, en otras circunstancias esta chica podría haber sido muy guapa, pero el tiempo y el destino la tienen como ahora la veo a través de mis ojos. Ella se dispone a marcharse, entonces llega un grupo de personas y empiezan a burlarse de ella, la empujan, la insultan, cogen a su pequeño que tenía en brazos y desenvuelven las mantas para revelar nada en su interior. Después de este gesto la llaman loca y se marchan entre risas. Y ella se queda arrodillada frente a su carrito llorando.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Trinchando carne

Paso por delante de una iglesia de garaje cristiana evangélica de todos los tiempos, los tíos que esperan fuera me miran de reojo al pasar, cruzo delante de ellos sin problema. En ese momento pasa a mi lado una chica con un cuerpo escultural. Ya me imagino cómo “devorarán” con la mirada los tipos de antes. Al acto seguido oigo el grito de esa chica, y cuando llego veo a los tipos de la iglesia de garaje trinchando con tenedores y cuchillos en la carne de aquella piba. No pensé que la devorarían de forma literal.

miércoles, 2 de mayo de 2012

A la espera

Después de hacer un alto en el restaurante del pueblo, sigo mi viaje por la carretera. La nieve cubre por completo el paisaje y en ese momento siento una necesidad terrible de parar y contemplarlo todo y capturar toda esta imagen con mi cámara. El viento silba entre los árboles cubiertos de nieve y parece sonar una extraña melodía. Hago una foto al paisaje que se extiende ante mí, y al revisar la foto, veo algo de lo que no me había percatado antes, ¿una especie de caseta de perro? Justo en ese momento un perro sale de la caseta y con un paso lento llega al borde de la carretera, a unos metros de mi coche y se sienta en la espera. Observo al perro, no lo veo desnutrido, pero sí viejo y cansado. Le hago un par de fotografías, al rato llega otro coche y se para junto al perro. Es la señora que me atendió en el restaurante, que se acerca al perro para darle de comer. Me dirijo a ella y le pregunto sobre el perro. Ella me cuenta que el perro lleva viviendo por la zona hace siete años, me explica que un vecino suyo del pueblo se tuvo que mudar a otro país, y que no se lo podía llevar. Por eso el perro siempre se queda al borde de la carretera donde fue abandonado, a la espera de que vuelva su dueño a recogerle.