lunes, 27 de febrero de 2012

YO...soy tu padre

Con el disfraz recién comprado, me dirijo a la casa de un amigo para salir a los carnavales, de pronto durante el trayecto veo algo que me deja pasmado, es un tipo descamisado que lleva puesta la máscara de Darth Vader al tiempo que hace algo parecido al tai-chi. Mi asombro inicial pasa al de hacerme gracia, al ver cómo ejecuta sus elegantes movimientos parecidos a las de una grulla. Entonces ese Darth Vader se percata de mi presencia, se detiene, y me señala con el dedo para decirme: "YO...soy tu padre". Mi sonrisa queda borrada de mi cara y con desesperación, caigo de rodillas y grito: "NOOOOO"....

lunes, 13 de febrero de 2012

Amores que matan

¿Sabéis ese momento en el que sientes un flechazo cuando ves a la persona de tu vida?, vale puedo ser un poco anticuada, pero en el momento en que le vi, eso fue lo que sentí. Él estaba al otro lado de la calle, y cuando me miró, vi que él sentía lo mismo al verme, el flechazo. O mejor dicho los flechazos, porque después de poner una cara ya bastante extraña y de salirle sangre de la boca, cayó al suelo revelando así un centenar de flechas en su espalda, alcé la vista al cielo y allí lo vi, un pequeño querubín, se estaba disculpando por su error, y yo presa de la ira porque sería una solterona toda la vida, persigo a ese cupido de tres al cuarto para arrancarle las alas.


lunes, 6 de febrero de 2012

Césped en una bolsa

Llevo toda la vida viviendo en esta ciudad, y a medida que iba creciendo, lo verde y natural iba desapareciendo para dar lugar a edificios altos y tiendas de ropa. Y con añoranza recuerdo mis juegos de la infancia en parques verdes, con árboles a los que trepaba y tierra con la que me ensuciaba, y que, junto con alguna rodilla raspada me ganaba la regañina de mi madre. Hoy no queda nada de eso, los niños juegan en arquitecturas modernas de plástico, rodeados de una valla carcelaria de colores, con un suelo de lo más acolchado para no rasparte las rodillas. Mientras mi mente se retrotae al pasado, esperando a que el semáforo me diera permiso para pasar, a mi lado aparece un señor mayor, que sujetaba una bolsa cuyo contenido sobresalía y que a mí me llamó la atención sobremanera. Era un trozo de césped lo que llevaba, en una ciudad en la que el verde no se lleva, aquel señor lo hacía. El semáforo nos da paso, yo me quedo donde estoy, y veo como aquel señor que llevaba césped en una bolsa, se pierde entre la gente.