viernes, 23 de diciembre de 2011

Chimenea 25

Mi hija está ansiosa de ver a Papá Noel y contarle todas las cosas que quiere que le traiga. En la fila hay muchos niños igual de impacientes y padres, que como yo, se encuentran esperando en la fila para contentar a sus hijos. De pronto una gran explosión sucede en la entrada del centro comercial, y tras la humareda veo atónito cómo surgen dos figuras que no había visto en la vida, dos criaturas parecidas a calamares gigantes, con un solo ojo enorme, y varios tentáculos con la que se arrastraban. Mientras avanzaban iban gritando que querían ver a Papá Noel, la gente gritaba, corrian por todas partes, mi hija comenzó a llorar , la agarré y nos escondimos en la caseta de Papá Noel. Las criaturas encontraron lo que buscaban. El Papá Noel seguía sentado, viendo como se aproximaban estos "calamares". Entre los sollozos de la niña, pude oír lo que se decían. Uno de los "calamares" dijo que necesitaban regresar a su planeta y que su platillo volante se había estropeado y que sin materiales no podían volver, y que habían oído que existía una persona que si le pedías cosas éste te las daba. El Papá Noel, puso cara de pensar, y de la manga sacó una tarjeta de un taller mecánico, y que si iban allí, que se lo repararían, y que además  si decían que iban de parte de Papá Noel, que les harían descuento.

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