Llevo días sin poder dormir bien, durante el día me dicen
que soy como un zombi de una serie de televisión. No me concentro en las cosas
y llego a mi casa cansado. Mi mujer ya me ha dado sus “remedios de la abuela” y
ninguno de ellos ha funcionado. Pero lo peor no es el cansancio, ni el hecho de
que no pueda dormir. Sino lo que veo cuando no duermo. A la una de la madrugada
es cuando empieza, una batucada irrumpe mi habitación haciendo sonar sus
tambores y pitos, y cuando terminan se van por donde han venido. A las dos aparece
una siniestra mujer envuelta en un manto de ébano, en su mano izquierda porta
un reloj, y en la derecha una vela encendida, a su lado, un pollo va
olisqueando el camino, entonces la mujer se acerca a los pies de la cama y
apaga la vela. A las tres, un avestruz va cabeceando por la habitación al ritmo
de los ronquidos de mi mujer. A las cuatro, una pareja de tenistas juegan
delante de nuestra cama. A las cinco presencio la obra completa del Rey Lear. Y
a las seis llega un cartero, deja la
bici bien aparcada en un lado de la cama y me entrega una carta, en la cual
leo: “BUENOS DÍAS, Y FELIZ LUNES”.