Me
hiciste mucho daño. Yo te quería, y lo que me ocasionaste fue dolor. Cuando te
vi por primera vez, sentí mi corazón hincharse. Éramos dos extraños
compartiendo nuestros pasos. Y con el tiempo llegamos a conocernos el uno al
otro.
Caminamos juntos y te abrí los ojos a las
maravillas de este mundo. Compartimos nuestras vidas y llegamos a sentir la
felicidad. Tus éxitos y alegrías también fueron míos. Cuanto más me dedicaba a
ti, más era mi amargura. Echaba de menos lo que perdí, mientras tú te alejabas
de mí.
Tanta soledad, tanto vacío. Cada vez que intentaba hablarte
me gritabas, me hacías daño. Mi propia existencia carecía de significado. Tenía
que poner fin a este dolor, tenía que marcharme.
El dolor, la pena, la soledad y la culpa son
intensos aquí. Ni te imaginas cuántos somos, cuanto odio han ido acumulando por
los años. Ven, únete a nosotros, deja que la culpa te invada y te consuma. Ven.
¡Oh Dios mío!, ¿qué es lo que hemos hecho? ¿Cómo hemos
llegado a este punto? No sabía de todo el amor que profesabas hacia mí hasta
que fue tarde. No sabía todo el dolor que te estaba causando. Es imposible que
te pida perdón ahora, ¿verdad?
Todo lo que yo quería era hacerte feliz, pero
no sé qué es lo que pasó para que llegáramos a esta situación. La presión, el
agobio; te gritaba, me gritabas. El alcohol y salir con otra gente fue mi vía
de escape, pero yo te quería.
-¡¡¡NOOOO!!! No me abandones por favor.
-Ya
hemos hablado de esto muchas veces, no puedo soportar esto mucho más.
-No
te vayas, haré lo que quieras, puedo cambiar…sé que puedo cambiar…
-Déjalo
ya por favor, sabes que nos hemos ido dando segundas oportunidades y seguimos
igual de infelices, esto tiene que acabar.
-Te
quiero…no puedes irte, si te vas yo…
-Se
acabó, ¿es que no puedes entenderlo? Deja ya de montar el espectáculo.
-NO
PUEDES HACERME ESTO, NO TE DEJARÉ, yo…no me abandones…
En las profundidades del bosque es donde encuentro tu
cadáver colgando de un árbol. La belleza que una vez vi en ti, ahora había
desaparecido, no quedaba más que carne muerta y gusanos comiéndote desde
dentro. Recuerdo el día que te conocí, recuerdo la noche en el que te abandoné,
y ahora, volvemos a estar juntos.
Tú eras la que me llamaba, me incitabas a
venir aquí. La culpa de haberte dejado, junto con tu sed de venganza, provocó
que yo apareciera en este preciso lugar. Tú ya lo sabías, y por eso dejaste una
soga de más a tu vera. Haré lo que he venido a hacer. Solo quiero que sepas,
que siempre te había amado.