Miro a través de la ventana de mi oficina y aún puedo ver
ese perro en la estación esperando por su dueño. Dejo que la música de Long
Lance me invada para que la rutina de hoy de haga llevadero.
Hoy temo por todo, no
sé cuántos caerán, pero haré todo lo posible para evitar esta masacre. Pero es
demasiado tarde, la primera ha caído cuando recibo un mensaje suyo por el móvil
felicitándome por mi cumpleaños y sin darme tiempo a que me diera un minishconsejo. Seguro que ahora estará tirada en el suelo con
el corazón hecho pedazos.
Después de comer
pizza con un amigo y ver cómo éste se desplomaba al felicitarme, no me queda
otra opción que reunirme con el resto para que no cometan la locura de darme el
“feliz cumpleaños”. Ya en un bar de ambiente rockabilly con una atractiva
camarera llena de tatuajes, comete la desfachatez de decirle al cantante de
turno que me dedique una canción por mi cumple. Nada más terminar, cae como
plomo sobre el escenario, ante tal barbaridad salgo del bar y tras una esquina
salen por sorpresa todos mis amigos gritándome contentos: “Feliz cumpleaños”. Corro
hacia ellos desesperado y chillando “¿Qué hacéis insensatos?” No pude, no llegué
a tiempo…uno a uno se fueron muriendo delante de mí. Desesperado y agónico, sin
poder creer aún que a todos se les haya explotado el corazón por felicitarme el
día de mi cumpleaños, decido hacer lo propio, desearme feliz cumpleaños y que
el dolor pasara lo más rápido posible.
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