lunes, 28 de noviembre de 2011
Escuchando el mundo
Me preparo para ir a trabajar, conecto mi MP3 y para mi sorpresa veo que ya se ha estropeado. No me extraña, todos los días le he estado dando caña, y era lógico que acabara por romperse. Me resigno a ir de mi casa al trabajo sin escuchar música. Al salir a la calle, a mis oídos empiezan a llegar ruidos cotidianos en las que hacía tiempo no escuchaba por estar escuchando música a todo meter,el chirriar de las verjas metálicas de las tiendas al abrirse, los buenos días que se dan la gente, e incluso el ruido de los pájaros. Durante un momento me paro en la calle y escucho con atención los sonidos rutinarios de una mañana de lunes. Entonces me pita un coche, y el conductor muy enfadado me insulta y me dice que me aparte de la carretera. Y es entonces cuando recuerdo el por qué dejé de escuchar al resto del mundo.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Desayuno
Con la cabeza dándome vueltas por haber discutido con mi novia, decido parar en una terraza a tomarme un café. Al rato veo que se aproximan de forma ruidosa dos chicas acompañadas por un chico vestido de negro. Solo con ver al chaval vestido así con este calor, hace que me sofoque. Los tres se sientan en la mesa de al lado, una de ellas es rubia con el pelo largo, la otra es más cantosa y lleva un perro, y al chico le noto como que tiene vergüenza ajena de estar ahí. Después de cinco minutos no aguanto el ruido que montan esos tres, se ríen a carcajadas, sus chistes son malísimos, el perro de la chica "cantosa" no deja de morderme los zapatos, la rubia no para de señalar y reirse de la gente que pasa por su lado y el chico vestido de negro me da grima. Mi cabeza da vueltas, no sé si podré aguantar a estos tres de al lado, veo a la camarera y le pido la cuenta, creo que lo mejor que puedo hacer ahora es levantarme, comprar unas flores, y pedirle perdón a mi novia.
martes, 15 de noviembre de 2011
La puerta
La noche a caído más pronto de lo que creíamos, o nosotros hemos caminado más lento de lo convenido. De todas formas acampamos en un claro, y a unos metros se podía ver las ruinas de una casa. Encendimos una hoguera y nos pusimos a hablar de todo lo ocurrido por el camino de Santiago, hasta que finalmente todos acabamos durmiendo de agotamiento.
Ya era más de medianoche cuando me desperté, la luz de la luna llena me había desvelado. Entonces didrigí la mirada hacia la casa en ruinas, me acerqué allí, ya solo quedaba un trozo de pared en pie, y frente a ésta al otro extremo, una ventana. Lo curioso es que me quedé mirando cómo la sombra de la ventana, proyectada por la luz de la luna, se extendía hacia la pared, hasta que con la sombra se formaba una especie de puerta. De repente, de la sombra proyectada en la pared, surgió una luz y se materializó una puerta, con un sentimiento ambivalente de miedo y emoción empujo con fuerza la pared y...
Ya era más de medianoche cuando me desperté, la luz de la luna llena me había desvelado. Entonces didrigí la mirada hacia la casa en ruinas, me acerqué allí, ya solo quedaba un trozo de pared en pie, y frente a ésta al otro extremo, una ventana. Lo curioso es que me quedé mirando cómo la sombra de la ventana, proyectada por la luz de la luna, se extendía hacia la pared, hasta que con la sombra se formaba una especie de puerta. De repente, de la sombra proyectada en la pared, surgió una luz y se materializó una puerta, con un sentimiento ambivalente de miedo y emoción empujo con fuerza la pared y...
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