lunes, 16 de marzo de 2015

Esto está muy bueno

Estaba de muy buen humor, y avisé a los chicos que hoy cocinaba yo. Se pusieron contentos con la noticia pues sabían que todo lo que preparaba en la Escuela de Cocina estaba todo muy bueno.
  Troceé la carne, preparé la ensalada, corté las verduras para el caldo, calenté el pan y me disponía ahora a meter el pastel de fresas en el horno.
 Es increíble lo que pasa el tiempo cuando te concentras en algo. Los demás iban llegando y me ayudaban a poner la mesa.
 Berto, Vidal y Manola se quedaron encantados ante tal banquete que había preparado con mucho amor, y en un abrir y cerrar de ojos los cuatro hincamos los dientes. Berto se puso las botas con el pato asado, Vidal, no paraba de meterse en la boca todo lo que pillaba, y Manola iba despacio con las ensaladas.
 Cuando todos terminaron con el postre se recostaron en el sofá exhaustos, y desde la cocina les pregunté qué tal estaba todo, Vidal, que fue el que lo probó todo dijo que estaba buenísimo, en ese momento sus ojos quedaron en blancos y cayó fulminado en el posabrazos del sofá. Manola dijo que las ensaladas estaban riquísimas, como siempre. Y al igual que Vidal, también cayó muerta en mitad del salón. Me acerqué a Berto, con una sonrisa en los labios y le pregunté qué tal estaba la comida. Berto temblaba de miedo al darse cuenta de que si daba su opinión sobre la comida también caería muerto por envenenamiento. A él le confesé que había puesto veneno en la comida, la dosis justa para que me dieran su opinión sobre todo este manjar, y como era de esperar, se lo comieron todo sin darse cuenta y felices de haberlo hecho.
 Berto me miró a los ojos, y los suyos bañados ya en lágrimas junto al sudor que le caía por toda la cara, me dijo con voz temblorosa que esto estaba muy bueno. Berto cayó en redondo, y yo me quedé sola en mitad del salón, sonriendo y contenta de dar mi informe positivo en la Escuela de Cocina.

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