Llego a la oficina y enciendo el ordenador, después de media hora de escribir por el Word, miro por si mi jefe está al acecho, me meto en mi Facebook y veo “tropecientasmil” felicitaciones por mi cumpleaños. Incluso de gente que no conozco en persona me felicitan. A mí estas cosas me dan un poco de corte. Yo no suelo hacerlo, salvo si conozco a esa persona y sé de antemano que ese día no lo voy a ver.
Sin saber cómo agradecer a esas personas que han dedicado un rato en escribir, al fin se me ocurre una idea. Empiezo a coger sobres de mi gaveta, y en ella pongo pedazos de pastel que me ha hecho mi novia, y empiezo a enviarlo por correo ordinario a estas personas. Gracias a todos.
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