Salgo cansadísima de trabajar, estar entre vapores de una
lavandería durante horas seca y agota a cualquiera. Me monto en el coche y me
tomo lo que queda de agua tirando la botella a la parte trasera del coche.
Arranco y voy directa a casa de mi novio, a pesar del cansancio hoy me apetece
mucho verle y de hacer otras “cosas”. Casi sin darme cuenta, tal vez por el
agotamiento o porque voy en automático por este camino, me veo rodeada por una
extraña oscuridad, una especie de niebla rodea el coche y que no me deja
ver nada hacia delante. Aminoro la marcha y me siento como en esas películas de
terror en la que los protagonistas entran en un bucle de pesadilla sin fin. Por más
que voy por la carretera es la misma imagen una y otra vez sin salir de la
niebla, pasa una hora, dos horas, sigo en la carretera sin poder llegar a casa
de mi novio. Me pellizco por si he muerto y no me he dado cuenta, de pronto veo
una luz al final de la niebla, por fin he llegado a casa de mi novio. Aparco y
pienso que esta experiencia debería de contársela a un colega que se dedica a
escribir cuentos, seguramente en el final diría algo parecido a que en verdad
me secuestraron unos extraterrestres y me implantaron un chip, o que ahora
estoy embarazada como en esa película de niños con el pelo blanco. Me paro un
segundo delante de la puerta y antes de tocar decido ir a la farmacia a comprar
un test de embarazo.
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