Al amanecer te
conocí, entraste por aquella puerta irradiando luz por todas partes, supe que
eras tú, con quién pasaría el resto de mi vida.
Nada más llegar la
tarde, lo nuestro era imposible, dos “mundos” diferentes, dos tiempos distintos.
No se podía llegar a ninguna parte aunque lo intentáramos.
Al anochecer todo
había acabado. Lo que había nacido a partir de un deseo se moría entre nuestros
brazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario