Fotografía: Felipe de la Cruz.
Se dirigió al baño, en todo el día no había tenido la necesidad de
exonerar el vientre. Se acercó sin prisas al váter, se bajó los pantalones y
las bragas, se sentó con toda tranquilidad y apoyó durante un rato la cabeza
entre sus manos.
Mientras ella sentía como caían
sus restos en el agua del retrete, oyó un ruido proveniente del techo. Con
lentitud miró hacia arriba, y con terror pudo observar que un ojo azul la
miraba a través de un agujero. El ojo se movía con rapidez y cuando miró a la
chica sentada en el váter, dejó de moverse. La joven dejó de evacuar, tiró de
la cadena y se marchó del baño apagando las luces.
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