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viernes, 3 de junio de 2011

De aquí “pa-llí”

Fin de semana, únicos dos días que, desde pequeño, son mis favoritos.
Cojo la bicicleta sin pensar esta vez adónde quiero ir o hasta dónde quiero llegar. Pedaleo y pedaleo hasta llegar al horizonte, allí me paro. Bajo la sombra de un árbol, un niño  prepara un funeral para su perro, le acompaño hasta que se marcha entre lágrimas y yo me monto en la bicicleta a la espera de más aventuras.

 Voy conduciendo por una carretera que de la que no recuerdo haber circulado antes. De repente me paro ante la imagen tan extraña a la que presencio. Un teléfono rojo en medio de la carretera. Empieza a sonar, miro alrededor y descuelgo el auricular. La voz de una chica me invita que vaya con ella y con sus amigos al lago, le digo que sí, y ella me da las instrucciones para llegar al lago. Al llegar me dicen que me bañe con ellos, dejo la bicicleta y me zambullo con el grupo. Al terminar me despido de ellos, y la chica que me habló por teléfono me regala una estrella de mar.

  De nuevo en ruta con la bicicleta, veo que ya está atardeciendo, y el cielo va cogiendo unos colores rosados, y una especie de aurora boreal invade el cielo. Mientras contemplo semejante espectáculo, la voz de una mujer me llama la atención. La mujer está en el jardín de su casa, y al llegar me ofrece chocolate con galletas para seguir mirando el cielo. Al terminar el ocaso la mujer me ofrece pasar la noche en su casa, de la cual acepto encantado, para poder seguir pedaleando al día siguiente con fuerzas renovadas.

jueves, 2 de junio de 2011

Canino Espacial

Canino Espacial  by fjcilustrador
Canino Espacial , a photo by fjcilustrador on Flickr.
Ya se sentía aburrido de ese pequeño planeta, y aunque se sentía feliz con su dueña y amiga, no se sentía feliz consigo mismo. El planeta en que habitaban era muy, muy, demasiado pequeño, y eso era lo que le estresaba.
Un día mientras su amiga dormía escribió una carta de despedida, le agradecía el tiempo que le había dedicado, sus cuidados, atención. Pero se disculpaba por tener que irse así, a escondidas, como si fura un fugitivo. Pero le prometía que volvería algún día, y que le contaría todas sus aventuras.
Así pues, se ató a la cintura un montón de globos, y poco a poco se fue elevando. Cuando ya se estaba alejando del planeta, venía corriendo su amiga, que, con lágrimas en los ojos se estaba despidiendo y que le esperaría.