Mostrando entradas con la etiqueta medusa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta medusa. Mostrar todas las entradas

lunes, 28 de octubre de 2013

La mirada de la Ainhoa





He de salvar pronto a mi amada Andrómeda de las terribles garras del Kraken. Para ello las gorgonas me han dicho que para derrotarlo he de hacerme con la cabeza de la Ainhoa, quien dice que basta una mirada de ella para convertir todo ser viviente en piedra.

Vamos acercándonos a la isla donde habita esta criatura espantosa. Mis compañeros y yo saltamos del bote, el ambiente es neblinoso, el silencio reinante. Subimos por las escaleras de entrada a un gran patio. Allí es donde les vimos y nos quedamos sorprendidos ante tal espeluznante imagen. Cientos de estatuas decoraban tan siniestro jardín; hombres y mujeres en tan espantosas poses de terror y agonía congelados ante la mirada de la Ainhoa. Pero lo más extraño es que no eran figuras de piedra como nos habían advertido, sino de un material blando, recubiertos de algo blanco esparcido en todo el cuerpo, y además olían bien. No me atrevería a asegurarlo, pero tenía la sensación de que todas las figuras aquí presentes no estaban petrificadas, sino “gominolizadas”.

 Nos adentramos en la guarida de la bestia. El espacio estaba iluminado por antorchas, y las paredes pintadas de un terrible color rosa. Mis dos acompañantes se separaron a los lados de la estancia. Nos movíamos en silencio, atentos ante todo ruido. De pronto me parece escuchar algo, me quedo inmóvil en una columna. Escucho con temor el grito de uno de mis compañeros, con mi escudo, que lo utilizo como espejo, veo cómo la Ainhoa transforma a mi camarada en un trozo de gominola gigante.

Con el escudo miro detenidamente a la Gorgona, tiene un traje gris con una raja en la parte izquierda de su falda; de su cuello cuelga un reloj, hipnotizante por su acabado artístico. Y el sonido que ella provoca es la de sus tacones que resuenan por la estancia, haciendo que hasta los hombres más bravos, se acurruquen en una esquina como plañideras.

 Mi otro aliado se derrumba por el miedo, trata de huir, pero la Ainhoa es rápida pese a sus tacones. Le da alcance y con su mirada añade otra gominola gigante más a su colección. La risa triunfante de la criatura es tal que es capaz de romperme los tímpanos.

 Solo quedamos ella y yo. Me muevo de columna en columna para evitar su mirada mortal mientras utilizo mi escudo como espejo. Al mismo tiempo, escucho cómo va reptando por el cuarto, siseando, llamándome, haciendo resonar sus tacones junto su risa demoníaca y letal. El calor se hace presente, mi corazón se acelera, estoy de espaldas a la criatura; ella avanza inexorablemente hacia a mí.

Entonces en un último acto de valor salgo de la columna, hago una foto a la Ainhoa y es ella la que se queda petrificada por el flash, momento que aprovecho para decapitarla y acabar son su reinado de convertir a todo el mundo de golosinas gigantes y salvar así a mi amada Andrómeda del Kraken.

 

lunes, 5 de agosto de 2013

Noche Rock Star


Segunda noche de sábado improvisado, primero asisto a una fiesta que organiza una antigua compañera del instituto, era una reunión algo particular ya que las personas que ella agrupó las conocía ella por separado y no entre ellos. Yo llevo a dos colegas más para no sentirme incómodo y estar en piloto automático mientras ellos van haciendo nuevas amistades. Me tomo un par de bebidas que me saben a parra, y me hincho de bocaditos cortesía de la anfitriona.
  Una vez terminada la prefiesta, nos dirigimos a la verdadera marcha nocturna, una sesión de DJ´s en un hotel durante siete horas. A pesar de ser una megafiesta y estar pasándomelo bien con mis amigos y con los recién conocidos, no puedo evitar pensar que probablemente me sentiría mejor con los colegas habituales de las juergas nocturnas. Sin que se lo diga al resto, hago que voy al baño, me escabullo y me dirijo a ese bar tan conocido del centro de la ciudad.
  Entro por la puerta grande, al llegar ponen un temazo y un par de chicas fans de mis fotografías me reciben con abrazos y besos, saludo al resto de colegas con reverencias, estrechada de manos y besos lanzados. Todo se convierte en una distorsión de la cual soy consciente de que al día siguiente tendré que pedir disculpas a todos y a cada uno de los que me vieron borracho. Recuerdo un tipo sacarme fotos con mi propia cámara, medusear junto a una “Medusa”, sobrepasarme con la hermana de un amigo y otras cosas que seguramente habré hecho y que ahora no recuerdo. Decido pedir mi cuarto cubata. Es en ese momento cuando la veo, el motivo de mi escapada, esa chica de la que hacía meses que no veía por aquí. Cabellos largos de ébano, gafas grandes redondeadas, y de sonrisa alegre. Aún no me ha visto, decido saludarla como siempre la hacía, acercarme por detrás y ponerle sobre la mejilla mi vaso aún frío por el hielo. Justo cuando me disponía a moverme, una mano ajena con un vaso frío, se posa sobre su mejilla. Al principio se sorprende, se da la vuelta y besa en los labios a un tipo que yo no había visto nunca.
  El subidón, las ganas de fiesta se terminan, pienso que ya no tengo nada que hacer aquí pese a que todos mis colegas siguen aún de “distorsión”. Decido marcharme sin decir nada y regresar con los amigos de antes. Antes paro en una esquina, vomito durante un buen rato, me miro sino me he manchado, y entonces como si estuviera como nuevo termino con lo empezado, dejando en esa esquina no sólo mis vómitos sino también mi corazón entre los restos.