lunes, 5 de agosto de 2013

Noche Rock Star


Segunda noche de sábado improvisado, primero asisto a una fiesta que organiza una antigua compañera del instituto, era una reunión algo particular ya que las personas que ella agrupó las conocía ella por separado y no entre ellos. Yo llevo a dos colegas más para no sentirme incómodo y estar en piloto automático mientras ellos van haciendo nuevas amistades. Me tomo un par de bebidas que me saben a parra, y me hincho de bocaditos cortesía de la anfitriona.
  Una vez terminada la prefiesta, nos dirigimos a la verdadera marcha nocturna, una sesión de DJ´s en un hotel durante siete horas. A pesar de ser una megafiesta y estar pasándomelo bien con mis amigos y con los recién conocidos, no puedo evitar pensar que probablemente me sentiría mejor con los colegas habituales de las juergas nocturnas. Sin que se lo diga al resto, hago que voy al baño, me escabullo y me dirijo a ese bar tan conocido del centro de la ciudad.
  Entro por la puerta grande, al llegar ponen un temazo y un par de chicas fans de mis fotografías me reciben con abrazos y besos, saludo al resto de colegas con reverencias, estrechada de manos y besos lanzados. Todo se convierte en una distorsión de la cual soy consciente de que al día siguiente tendré que pedir disculpas a todos y a cada uno de los que me vieron borracho. Recuerdo un tipo sacarme fotos con mi propia cámara, medusear junto a una “Medusa”, sobrepasarme con la hermana de un amigo y otras cosas que seguramente habré hecho y que ahora no recuerdo. Decido pedir mi cuarto cubata. Es en ese momento cuando la veo, el motivo de mi escapada, esa chica de la que hacía meses que no veía por aquí. Cabellos largos de ébano, gafas grandes redondeadas, y de sonrisa alegre. Aún no me ha visto, decido saludarla como siempre la hacía, acercarme por detrás y ponerle sobre la mejilla mi vaso aún frío por el hielo. Justo cuando me disponía a moverme, una mano ajena con un vaso frío, se posa sobre su mejilla. Al principio se sorprende, se da la vuelta y besa en los labios a un tipo que yo no había visto nunca.
  El subidón, las ganas de fiesta se terminan, pienso que ya no tengo nada que hacer aquí pese a que todos mis colegas siguen aún de “distorsión”. Decido marcharme sin decir nada y regresar con los amigos de antes. Antes paro en una esquina, vomito durante un buen rato, me miro sino me he manchado, y entonces como si estuviera como nuevo termino con lo empezado, dejando en esa esquina no sólo mis vómitos sino también mi corazón entre los restos.

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