Durante una semana pude relajarme, móvil apagado, sin conexión a internet, nada de televisión ni música. Sólo el sonido del mar de fondo, con el paisaje en cambio constante como entretenimiento, y largos paseos por la costa. A cada amanecer le daba la bienvenida con fervor, y me despedía del ocaso desde mi terraza.
Hoy, he vuelto a la monotonía, de las bellas albas que contemplaba, ahora desde mi ventana, veo a mi viejo amigo y vecino el tabacoso. Se acabaron los sonidos del mar para ser sustituidas por su tos, o por el constante ruido de la calle. De oir las sirenas del mar, paso a oir las sirenas de ambulancias. Pero qué se le va a hacer, adiós dulces vacaciones de verano, hola monotonía.
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