Incluso a pesar de
nuestras diferencias te acercaste a mí, nos hicimos amigos y con el tiempo
dimos un paso más allá.
Tus sentimientos
alegres y sonrisa eran contagiosas, contigo hacías que todo fuera más sencillo,
tus cabellos rubios como el trigo eran inspiración en mi lienzo, eras mi musa
en todo tu ser.
Zafio, estúpido, todo
eso y más era yo que no sabía aprovechar todo el tiempo que permanecimos
juntos, eras la luz de mis mañanas y la oscuridad en mis tardes.
Irremediablemente el
tiempo se resbalaba entre nuestros dedos, no sabía cuanto nos quedaba, o era yo,
quien se negaba a verlo.
Anochece, abro la
carta que me diste, en el me dices verdades ocultas en tu corazón, entonces lo
comprendo todo y te dejo marchar.
Ruido, es todo lo que
oigo dentro de mi cabeza. Ella se ha ido, hace ya tres años que te fuiste, después un largo sufrimiento, tu enfermedad. Yo no te dejaba ir, te quería
demasiado, ahora te espero en nuestro lugar especial, entre el trigal.
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