lunes, 20 de mayo de 2013

Muriendo por dentro: Robo del primer beso.


Gritos en el pasillo, pronuncias mi nombre. A través de la mirilla veo sombras que me reclaman. Tumbado en el suelo no hago más que contemplar la luz de la bombilla. Tu perfume llega a través de la puerta.

Usas mi corazón como un juguete. Nos escondemos en el armario a no decir verdades, haces trampa y me cuentas algunos. La gata mira con recelo, y ojos ociosos buscan encontrarnos.

Amar es algo que se te da con facilidad, yo solo pensaba en juegos y amistades. Tú me amaste y yo no me di cuenta, ¿éramos niños jugando a ser adultos?

Cielo azul, tus brazos alrededor de mi cintura, nos movemos tan rápido que no logro distinguir nada, solo tu sonrisa y el viento moviendo tu pelo como si tuviera vida propia. Entonces el ruido no me dejó escuchar algo que era muy importante para ti.

Imperceptiblemente caen las hojas, el tiempo avanza inexorable y tú sigues dándome más amor. Mientras que yo sigo jugando con barcos de papel. Siendo niños, ¿debí haberte tratado como mujer? El tiempo aún no me dejaba hacerlo.

Marioneta sin hilos, sonríe con garbo. Un olor a pastel hay en el ambiente, la mesa es para dos, y me conduces a la oscuridad de tus intimidades.

Allí me siento húmedo, incómodo, haces cosas que a mi edad no puedo comprender, ¿son mentiras lo que me estás contando ahora?, ¿verdades a medias? La oscuridad se cierne y el olor a pastel deja paso al de la carne quemada.

Restos olvidados, amores vacíos, 28 pájaros desangrándose en su nido. Una lectura inacabada, paredes de carne moviéndose de forma obscena, y el calor se hace presente.

A través de los sentidos noto tu carne sobre el mío, mis ojos se niegan a abrirse. La humedad va en aumento. Crece y crece, y no puedo aguantar más. Veo lo invisible, los olores toman forma y color. La inocencia fluye como un río, y me preguntas, si hoy la perderemos.

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