Mostrando entradas con la etiqueta Cadáver Depot. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cadáver Depot. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de abril de 2014

Invasión alienígena

Nos quedamos todos en el concierto de Cadáver Depot, Sara Bang Billy hace acto de presencia y nos deleita a todos con su incomparable voz, que hace que nos enamoremos todos de ella.

  David va haciendo fotos del evento, lo hace con una cámara compacta de carrete,  dice que no quiso traer su cámara digital, que pensaba disfrutar del ambiente.

 Nos encontrábamos bailando al son de la increíble voz de Sara Bang. Cuando de repente la joven deja de cantar. Nos quedamos sin saber por qué lo hace, entonces nos dimos cuenta. Miramos todos al cielo y sin poder creérnoslo, vimos unos platillos volantes descendiendo a tierra.

 Uno de los platillos aterrizó frente al escenario. Durante un buen rato nadie se movió, y  la nave no dio señales de vida. Hasta que la puerta comenzó abrirse, bajaron entonces dos criaturas humanoides de complexión escuálida y de enormes cabezas, con grandes ojos y de piel gris.

 Al descender, uno de los alienígenas nos dijo que venían en son de paz, de intentar conocernos mutuamente e intercambiar información y tecnología. Y a mitad de discurso, el alienígena reparó en David, que sacaba fotos ante tal espectáculo. Se acercó a David, y le pidió permiso para observar el aparato con el que hacía las fotos.

 El alienígena se quedó sorprendido, su mirada de sorpresa hizo que nos pusiéramos todos nerviosos. Entonces el alien devolvió con desdén la cámara a David y nos dijo que la Tierra aún estábamos anticuados, que no nos merecíamos compartir su tecnología con nosotros. Se metió en su nave muy indignado y tal como vinieron se marcharon.


  Los que estábamos ahí, miramos a David con recelo, por su culpa nos habíamos quedado sin saber de los conocimientos del universo por no haberse traído su cámara digital, sino por ir en plan hipster con su cámara de carrete. Desde entonces, ningún ser humano volvió a dirigirle la palabra y fue borrado con tipp-ex del Assbook.

lunes, 14 de abril de 2014

Agua bendita


Se había celebrado el más grande evento de rock en el pueblo. Tres escenarios, doce bandas, el día iba ser el mejor de nuestra vida.

 El evento empezaba a las once de la mañana, y terminaría a las once de la noche. Preparamos lo que creíamos necesitar, comidas en tapers, botellas de vino, chuches y salados, y por supuesto, mucha, muchísima cerveza.

 Llegamos al lugar, el ambiente está a tope, mucha gente se congrega en los tres escenarios que están diseminados alrededor de la iglesia del pueblo. Hay mucha gente conocida, los veteranos del rock, los iniciados al mundo de la música, los técnicos de sonido que van a piñón colocando cables y probando el audio. Y los espectadores de siempre, viejos colegas y conocidos, hasta están presentes la nueva generación de nuevos punkis adolescentes.

 A mitad de la tarde, cuando nos disponíamos a merendar algunas croquetas, una serie de gritos nos llamó la atención. Miramos al unísono hacia el campanario de la iglesia, allí había un cura que no dejaba de gritar que todos los ahí presentes éramos unos herejes, unos adoradores del Diablo, que escuchaban la música compuesta por Satanás.

 El cura no dejaba de balancearse de un lado para otro, y algunos ya estaban haciendo apuestas de cuando se iba a caer. Después de insultarnos a todos, sacó de sus bolsillos un pequeño frasco, y mientras vertía el contenido sobre la gente ubicada en los diferentes escenarios, decía: “Que esta agua bendita expulse el Mal que reside en vuestro interior. Volved todos a ser criaturas del Señor.”

 Para nuestra sorpresa, la gente que recibió el impacto del agua bendita, comenzó a derretirse, toda esa gente huyó despavorida y buscaban refugio para no recibir el sagrado líquido elemento que el cura arrojaba, ya no desde su pequeño frasco, sino desde una manguera, provocando que lloviera agua bendita sobre nosotros.

 Los primeros en derretirse fueron algunos metaleros del escenario uno que seguían tocando pese a su muerte inminente. La mayor parte del público del escenario dos, compuesto en su mayoría por hippies, también se derretían y agonizaban.

 Mis colegas y yo seguimos con lo nuestro, a la espera que toquen el próximo grupo en el escenario tres: los grandes Cadáver Depot.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sara, cadáveres y otros fiambres


Noche calurosa de verano, me encuentro en mi casa viendo películas de terror antiguas. Son un pelín cutres, pero obras maestras si las comparo con las películas actuales. De un sobresalto en la que casi se me salen los pechos del escote, oigo cómo mi móvil empieza a sonar con los gritos de Jaime Lee Curtis, me encantan sus gritos en “Halloween”sonando en mi móvil. Mi amiga me dice que hay un concierto muy guapo de un grupo llamado Cadáver Depot y que cuentan con la colaboración de la diva de la noche: Eustakya Lepop. Le digo a mi amiga que no los conozco, y que me da pereza ir. Ella empieza a suplicarme y cuando no puede más, le digo que acepto ir. Me encanta oír a mi amiga suplicar.
En cuanto llegamos vemos cómo se empieza la gente a aglomerar en torno al escenario, y cómo el grupo se va preparando. Bajo el escenario, se encuentra un tipo vestido de negro con una cámara de fotos que no para de mirarnos de forma muy rara, es como si quisiera fotografiarnos, pero lo que no logro entender en ese momento es cómo este tipo no tiene calor vestido así.
Se apagan las luces, los focos  parpadean, suena la música, de fondo tienen una pantalla en la que se emiten fragmentos de películas de terror antiguas, y la chica que se encuentra al micrófono empieza a cantar. La chica lleva tatuajes en todo su cuerpo, pero apenas los puedo ver bien debido a la escasa luz, su voz suena como los ángeles, es muy sexy y lleva un estilo muy pin-up. Juro que si yo no fuera hetero, me la intentaría tirar en los baños después del concierto.
En escena de repente aparece Eustakya Lepop, que comienza a cantar con voz de camionera, a tirarse por el suelo y a pasarse el micrófono por sus bajos. Entonces me llevo otro susto que hace que mis pechos salten, un flashazo del fotógrafo de negro, nos enseña la foto y veo que mi amiga y yo salimos estupendas de la muerte.
Termina el concierto, me encuentro empapada de sudor, pero aún así me dirijo a la chica de los tatuajes, le abrazo y le digo que ha sido un concierto estupendo, que su voz me ha enamorado y le pregunto su nombre, se llama como yo; Sara.


Si quieres estar al día con respecto a la moda, arte, saber de conciertos, fotografía, y demás cosas interesantes visitar: http://laefigieoscilante.wordpress.com/