Mi disfraz de Hombre Topo se me va cayendo a pedazos. Llevo una tranca que no me mantengo en pie y voy rebotando por todas partes. Llevo un buen rato caminando intentando buscar a mis colegas de fiesta, hace rato que no escucho la música de las verbenas, o estoy demasiado lejos, o la fiesta ya ha terminado.
Entre buche y buche, llego a la carretera. Allí diviso a lo lejos una figura blanca, mi mente borracha no puede computar qué puede hacer una persona por ahí, cuando yo mismo he llegado a semejante lugar. Mis ojos nublados por el alcohol ven que esa persona también viene tambaleándose como un servidor, y que supongo que habrá cogido el mayor "pedo" de su vida.
La figura se va aporximando cada vez más y veo que se trata de una mujer con un vestido de novia manchada de sangre. Al principio me resulta gracioso, hasta un buen disfraz. Pero viéndola en ese sitio y caminando de esa manera, junto con la sangre que le va saliendo de su cabeza, dejo de reír.
Me acerco para ver si se encuentra bien. La pobre es como si hubiera sufrido un accidente de coche, está cubierta de sangre y parece desorientada. Entonces me mira con unos ojos muertos, se abalanza sobre mí, y noto cómo sus dientes se clavan en mi cuello, lo último que siento es el desgarre de la carne, junto al brote de mi sangre caliente llena de alcohol.
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lunes, 3 de marzo de 2014
lunes, 11 de noviembre de 2013
La mano con trampa
Me encontraba en la barra bebiendo como siempre, a la espera
de cazar alguna “víctima”. Ya entre todo el barullo y la música, no sé cómo,
pero ya desde lejos oigo su voz. La voz de ese chico que no para de hablar,
largo y tendido, además de repetirse hasta la saciedad. Me asomo con cautela, no quiero que me
vea y empiece a dar la gran charla, le veo intentando ligarse a unas amigas mías.
Ambas estaban sentadas hablando de sus cosas, cuando aparece el charlatán, y
con la mano derecha y la palma hacia arriba, va moviendo los dedos, como atrayéndolas.
Una de ellas, la que estaba muy borracha, cogió la mano del muchacho, y cuando
ella se dio cuenta de que era para sacarla a bailar, intentó zafarse, pero él
la agarraba con fuerza. La amiga la ayudó sujetándola, pero en vano, no tenía tanta
fuerza. Con lágrimas en los ojos, la joven cogió su navaja del bolso y se amputó
la mano, salpicando a todos los presentes, yo incluido, de la sangre que emanaba
de su muñeca recién cortada.
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