Me encontraba en la barra bebiendo como siempre, a la espera
de cazar alguna “víctima”. Ya entre todo el barullo y la música, no sé cómo,
pero ya desde lejos oigo su voz. La voz de ese chico que no para de hablar,
largo y tendido, además de repetirse hasta la saciedad. Me asomo con cautela, no quiero que me
vea y empiece a dar la gran charla, le veo intentando ligarse a unas amigas mías.
Ambas estaban sentadas hablando de sus cosas, cuando aparece el charlatán, y
con la mano derecha y la palma hacia arriba, va moviendo los dedos, como atrayéndolas.
Una de ellas, la que estaba muy borracha, cogió la mano del muchacho, y cuando
ella se dio cuenta de que era para sacarla a bailar, intentó zafarse, pero él
la agarraba con fuerza. La amiga la ayudó sujetándola, pero en vano, no tenía tanta
fuerza. Con lágrimas en los ojos, la joven cogió su navaja del bolso y se amputó
la mano, salpicando a todos los presentes, yo incluido, de la sangre que emanaba
de su muñeca recién cortada.
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