lunes, 23 de junio de 2014

La chica del ascensor

Llegaba tarde al trabajo, llegué al edificio a duras penas. Entré en el ascensor como un rayo, pulsé para el piso treinta y nueve. Justo cuando se iban cerrar las puertas, una chica me pidió que le aguantara las puertas para que entrara.

 -Muchas gracias, no me apetecía nada subir cuarenta pisos andando.

 La joven se puso de espaldas a mí, mientras me decía algo sobre si es tráfico fue que la hizo llegar tarde, yo contemplaba absorto sus cabellos rojos. Entonces dijo algo que no comprendí y le pedí que me lo repitiera.

 -Disculpa, he dicho si me puedes bajar la cremallera del vestido.

 No entendí nada de lo que estaba pasando, dije que sí casi sin pensarlo, como algo natural como cuando te preguntan si quieres un vaso de agua y contestas que sí.
 Antes de que me diera cuenta ya le estaba bajando la cremallera.

 -Uff, gracias, hace muchísimo calor, y este vestido es muy incómodo como para haberlo traído hoy aquí.

 Se dio la vuelta y empezó a quitarse toda la ropa, no tenía ropa interior, y su mirada sensual estaba clavada en mí. No quise ser mal educado y miraba para otro lado, pero cuando le miraba a la cara, ella no dejaba de sonreír y  guiñarme el ojo.


 Llegamos a su piso, se marchó como Dios la trajo al mundo mientras se despedía diciéndome: “Tenemos que repetirlo otro día.”

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