Mi
padre me había venido a recoger. Me pasé todo el día del sábado con mi prima y
mis tías en su casa de campo.
Habíamos hecho de todo, recoger algunas frutas
del campo, comer al aire libre lo que habíamos preparado la noche anterior y lo
recogido hoy, dimos largos paseos, y terminamos la tarde en bañándonos en la
playa.
Justo cuando terminó la película que mi prima
y yo estábamos viendo, mi padre vino a recogerme. Me despedí de todos esperando
ya con impaciencia el próximo fin de semana.
Yo me encontraba agotada, ya era medianoche, y
tenía unas ganas de tirarme en la cama.
Pasamos por el centro comercial, nos paramos
en uno de los semáforos en rojo, cuando una mujer, con poquísima ropa y de
aspecto muy provocativo se acercó por el lado donde estaba mi padre.
-Hola
guapo, ¿te apetece divertirte y montártelo con una pelirroja?
Mi padre se quedó de piedra ante tal
ofrecimiento y la rechazó dándole las gracias a la mujer. Ella no se daba por
vencida y se bajó la pequeña camisa que llevaba y restregó sus pechos en la
ventanilla. Sus pezones se hundieron hacia dentro mientras apretaba sus senos,
éstos se hinchaban como balones.
Entonces fue cuando la prostituta me vio, dio
un grito ahogado y le dijo a mi padre que era un pervertido que le iban las
menores. Como una loca, la mujer empezó a gritar y a llamar a la policía, mi
padre se bajó del coche y trató de convencer a la mujer de que yo era su hija,
pero la mujer estaba tan desquiciada que no atendía a razones.
En ese momento por detrás nuestro, llegó un
coche patrulla de la policía, y la mujer corrió hasta ellos para decirles que
mi padre era un secuestrador y un pederasta. Uno de los agentes redujo a mi
padre contra el suelo poniéndole las esposas, mientras el otro agente venía
hacia a mí sacándome del coche mientras me decía que no pasaba nada, que todo
iba a ir bien. Yo le decía que él era mi padre, y que nos estábamos yendo a
casa. El policía hizo caso omiso de lo que decía, solo insistía en
tranquilizarme y tratar de buscar a mis padres.